Competencias

Reseña del 1er Maratón de Nuevo León, "Pista El Milagro"

Publicado en enero 24, 2017 by Luis Javier Quintanilla Tamez

Por Joel Mancinas

EL MILAGRO DE ICAMOLE..... Y ARRANCAN!!!

Hace muchos años, tal vez desde que tenía 3, no había comido tanta tierra y me había divertido tanto, como en esta primera edición de Maratón que abrió con bombo y platillo la temporada 2017.

Desde hace más de un mes, cuando terminó la temporada 2016, los bizcochos y no tan bizcochos no se cansaban de publicar en sus redes sociales “aquí en los tamales, sin entrenar”; “estoy entrenando poco, a ver cómo me va en 2017”.... cosa más falsa se había leído.

Cada uno de los participantes en este maratón demostró que los meses que son de “pretemporada” los usaron para afilar las garras y ponerse más galletones que lo ya conocido. Entrenaron, y bien. Y el resultado se notó no solamente en la nutrida participación en el evento, también en el mínimo abandono de corredores. Andábamos todos muy ganosos y bien preparados.

Los nervios hicieron presa a más de uno, y seguramente muchos de nosotros desde la noche anterior preparábamos las cosas: poníamos a punto la bicicleta, aceitando la cadena, cargando las provisiones para la carrera, revisando que uniforme, casco y guantes estuvieran listos y nos fuimos a dormir.... o al menos eso intentamos. La mayoría no pudimos cumplir con la promesa de dormirnos temprano, y seguramente nos dio la 1:00 de la mañana, y una vez que pusimos la oreja en la almohada, un gusanito que se paseaba de la cabeza al estómago nos dejó dormir poco y mal.

El despertador implacable sonó a la hora señalada, tal vez una hora poco acostumbrada, pero no queríamos que se nos hiciera tarde. Icamole está a una considerable distancia y había que madrugar.

Al fin, en Icamole... 

Ver el colorido de los uniformes trepados en bicicletas, caras conocidas, sonrisas de lado a lado, abrazos y saludos de aquellos que dejamos de ver hace apenas un mes y medio era lo que llenaba el ambiente del MTB. La camaradería y las risas era el común denominador, incluso en el momento en que se nos llamó a formación y nos acoplamos con la mirada puesta al sol saliente para esperar el silbatazo de salida, había abrazos y más abrazos: “compadrito! Que bueno verte por acá… a darle!”
Los amarillos arrancamos primero... después en orden de colores las demás categorías, todos con el corazón acelerado por la adrenalina de saber que nos enfrentaríamos a un maratón que por sus propias dimensiones, (40, 75 y 100 km) ya se merecía nuestro respeto.

Los días previos, la “vox populi” decía que era un maratón “papita”. “Está todo planito” decían, pero después de rodar 50 kilómetros en aguerrida competencia, a cualquier terreno se le quita lo planito. Empiezas a sentir hasta el más mínimo bordo como un puerto al que hay que atacar, predisponiéndote a ese dolor masoquista que aparece en los músculos congestionados del esfuerzo. 
De planito, no tenía nada!.... nos “engañaron” como a Chinos… y como Chinos, fuimos a comprobarlo.

Salimos despavoridos por 2 a 3 kilómetros de carretera para adentrarnos de inmediato en un camino ancho de terracería que luego nos conduciría a otro más angosto a través de la planicie del desierto, sorteando con torpe habilidad las ramas espinosas que estiraban sus manos par lanzarte un rasguño y dejarte un recuerdito de tu visita a sus terrenos.

La velocidad era buena, pero apenas llegabas a los múltiples arenales del camino, empezabas un baile extraño arriba de la bicicleta: mientras la llanta trasera se movía en una dirección, tus caderas se movían en la dirección contraria... si hubiéramos tenido una cámara de video filmándonos, podríamos competir también con los expresivos movimientos de Shakira... lástima que no había cámaras…, nos hubierais dado gusto con algunos memes para varios conocidos.

Y cuando pensábamos que todo sería miel sobre hojuelas, pasamos por una construcción que a lo lejos se distinguía como un vivero. Resultó ser una granja de pollos. Los olores que emanaba aquella construcción eran de lo más agudos. Se metían inevitablemente por tu nariz y boca al jalar aire para seguir pedaleando, se remolineaban en tu estómago y se quedaba ahí un rato en forma de nausea... inconscientemente, aceleraste para salir pronto de aquel olor penetrante, pero te diste cuenta que aun habiéndote alejado del lugar, todavía “picaba” el olorcito en la orilla de tus fosas nasales.

La cantidad de tierra que se levantaba en el camino tenía la graciosa particularidad de venir a parar directamente a tu boca que se esforzaba por filtrar el oxígeno del aire terroso que respirabas.

Cuando uno de los muy bien organizados “naranjitas” del staff de Rafa Velarde, que dicho sea de paso y con un gran reconocimiento, se lucieron en la hidratación!! nos atiborraron de agua y Powerade, haciendo que el tema de la deshidratada fuera cosa del pasado..... Muchas gracias, y ojalá que sea la plataforma para los siguientes eventos y sea igual o mejor.... Verdaderamente, muchas gracias!!
Pues bueno, cuando uno de estos acomedidos asistentes de carrera me ofreció un powerade, ni tardo ni perezoso solté una mano del manubrio y luche a mordidas con el plástico que me separaba del revitalizador liquido azul... le di un trago gordo al sobre sin pensarlo. Me llené la boca de esa fresca sensación y sabor, pero... inmediatamente sentí que el líquido no pasaba de mi garganta. Se quedó suspendido entre mi paladar y la lengua y al intentar sacarlo de la boca para poder respirar, lancé una sustancia gelatinosa que en un efecto de “bumereang” regresó a su origen embarrándose directamente en mi cara, brazo y pierna... con un incontenible “giuuuuu!!!”. La combinación de tierra, polvo y otras sustancias en la cavidad bucal, y el liquido recuperador con azúcar generaron un espantoso “lodo” que resultaba difícil deshacerse de él, dejando como experiencia a partir de ese momento, quitarle más bolsitas de agua a los asistentes de carrera e ir tomando sorbos cada corto tiempo.

La carrera continuó: Rebasabas,... te rebasaban... volvías a rebasar. Saludabas al que pasabas y devolvías los saludos, aunque fuera tu rival de carrera, en el MTB todos somos amigos, aun al cruzar la meta.
Llegamos a la subida después de los bancos de arena y sacamos el payasito que todos llevamos dentro para poder atacar ese hermoso puerto que hace cumbre en una meseta larga y desértica. Una vista impresionante del paisaje Neolonés digna de postal nos recibió con el horizonte de fondo.
El aire nos jugaba en contra, pero luego nos empujaba a favor. En un buen tramo nos acompañó de espalda y nos impulsaba como a un barco de vela, alcanzando velocidades que tal vez sin su ayuda no lograríamos... hasta que llegamos a la marca del Kilómetro 75.... se nos terminó el encanto.
Pensamos: “25 kilómetros... ya llegamos! en 40 minutos estaré cruzando la meta”.... nada más alejado de la realidad.

Resulta que esos 45 kilómetros, son los mismos que de allá para acá, era bajada y disfrutabas como todo un pro, esquivando arbustos y moviendo la cadera... pero ahora con la particularidad que era de subida... y con un “regalito” extra: el aire enrachado pegándote de frente provocando un frenado y un sobreesfuerzo para avanzar.
Incluso, muchos de los corredores pudieron experimentar un fenómeno físico poco frecuente en ciclismo... tenías que pedalear en las bajadas para poder avanzar... y las fuertes rachas de viento hicieron que en más de una ocasión la bici perdiera balance sacándole a más de uno un susto por una posible caída.

Librar esos 25 kilómetros de camino ancho y plano, pero con pendientes y puertos que cada vez se veían más lejanos, representó el mayor reto de la competencia. Formalmente expresaría mi “queja” ante la Liga para que la próxima competencia sea nada más de Mina a Icamole... con eso hubiera sido suficiente, los demás kilómetros fue rudeza innecesaria.... per haaaa cómo nos divertimos!

La incansable Lili Cantú nos alcanzó a Raúl Treviño y a quien esto escribe y entablamos una alegre charla mientras avanzábamos haciéndole frente al viento implacable. Esos últimos kilómetros los disfrutamos con un masoquismo extremo. El dolor en las piernas, espalda, pulmones y ahí, donde el asiento hace contacto con el cuerpo.

Y al fin, a lo lejos el Pueblo bendito de Icamole... la esperanza de terminar entero la competencia se acercaba pachorrudamente, hasta que tocamos la carretera que nos sonreía invitándonos a llegar a la plaza principal.
Apenas pisamos asfalto, las piernas y el corazón tomaron un segundo aire. Aceleramos. Nos abrimos camino entre los vientos del norte y giramos a buena velocidad hacia el poniente, a 2 kilómetros de la meta.... un último Sprint.... y cruzamos la meta en un acto de compañerismo y solidaridad Lili, Raúl y un servidor... satisfechos de haber hecho una distancia excepcional para un maratón de montaña en Nuevo León.

Correr el Milagro se convertirá en Referencia para 2017. Pudimos ver aquellos competidores que pelearan los pódiums con la fiereza que les da la preparación física y nos obligará a los demás a hacer lo propio. A mejorar. A entrenar. A prepararnos.

La organización y señalización de la pista fue inmejorable. El equipo de Esport ha ido creciendo de manera significativa y cada vez se nota más el profesionalismo que Rafa y los Verdecitos y Naranjitas le invierten. Si para nosotros es difícil aguantar 5 horas arriba de la bicicleta en una competencia, para ellos debe ser también un reto aguantarlas parados bajo el sol.... y les paguen lo que les paguen, es un servicio que nos ofrecen amablemente, antes que una obligación. De mi parte, un respetuoso reconocimiento... sobre todo a aquellos que sin importar el sol o las condiciones, aún tenían energía de alentarnos, echarnos porras o corretearnos por unos metros para ofrecernos un poco de agua o ponernos la liga.... muchos de ellos son jóvenes que podrían estar en su casa viendo televisión, y estaban ahí... haciendo historia junto a nosotros.
Gracias!!! y ojalá más personas puedan reconocer este esfuerzo.

TACHOTOTA!!

Para cerrar esta reseña, quiero ponerle una espantosa equis!! (X) a todo aquel ciclista que piensa que lo que paga por una carrera le da derecho de ensuciar por donde pasa. En el camino me tocó ver bolsitas de agua, de powerade, de barras energéticas, de geles y hasta cámaras usadas tiradas sin discriminación por el camino. Señores!!! es el campo!.... por esos caminos no pasa el camión recolector de basura como en sus colonias pobres donde habitan. Ahí se quedarán sus despojos hasta que un animal de la zona curiosamente se lo trague y muera, o hasta que el próximo año en tu reconocimiento de pista te encuentres el empaque descolorido y digas “que gente tan marrana que no cuida el ambiente”.
Usemos nuestra inteligencia un poco más... y el jersey o short para guardar toda la basura que generamos!... 

Si, ya se!... alguno dirá la frase más que trillada: “para eso le pago al organizador, para que recoja mi mugrero”. Y me consta que esos jóvenes entusiastas recorren algunos cientos de metros limpiando lo que tú tiras, pero a kilómetros y kilómetros del último punto de abastecimiento hay basura aventada fuera del camino y adornando colgados de una espina de los huizaches, nopales y gobernadoras.

En serio... si no vas a competir cuidando la pista que ruedas, haznos el favor de quedarte en tu casa o vete a dar vueltas a Fundidora y si quieres avienta tu basura en la pista... ahí hacen limpieza de la todos los días... pero si vas a rodar una pista en medio de la naturaleza... respétala!!!. Por fis…


Nos vemos en Cadereyta.... y, pónganse a entrenar!! que el mundo se va a acabar.

XCM LA CUMBRE... ITURBITON, TE PRESENTO A TU MAMÁ

Publicado en abril 20, 2016 by Luis Javier Quintanilla Tamez

 

XCM LA CUMBRE…. ITURBITON, TE PRESENTO A TU MAMÁ

Por Joel Mancinas, Categoría Elite.

17 de Abril 2016, Parque La Cumbre, Hualahuises, Nuevo León.

 

Un domingo cualquiera de competencia. De esos que te hacen dormir poco por los preparativos de la noche anterior para poder salir a tiempo hacia el destino pactado para la justa, y que a la vez te hacen soñar mucho en las pocas horas que logras conciliar al escurridizo Morfeo.

El destino sería en esta ocasión Linares Nuevo León, un bellísimo Municipio creador de las famosas Glorias, bolitas de leche quemada y otras delicias con nuez que me provocan salivación excesiva, y que sirve de remanso en el camino, para los que se dirigen al Sur por la carretera Nacional.

Precisamente en este lugar, y a unos cuantos kilómetros de su cabecera, cobijado por un cañón majestuoso está un lugar que los lugareños llaman “La Cumbre”. Un espacio natural donde quien así lo decida puede ir a disfrutar una tardeada, velada o amanecer en contacto con la naturaleza, los trinos de las aves y el suave murmullo del agua resbalando por el pedregoso lecho de rio.

Pocos nos imaginábamos que ese hermoso lugar nos reservaría una de sus mejores mordidas para aquellos que nos atrevimos a retar la cordura levantándonos de la cama y lanzándonos a la aventura del ciclismo de montaña…

Aunque el evento estuvo concurrido, fue notoria la ausencia de muchos corredores que tal vez prefirieron no viajar más de hora y media para competir en una pista que ya anunciaba que no sería un paseo de fin de semana…. O tal vez otros mejor se lanzaron a jugar carreritas en la etapa de la Vuelta Nuevo León….. el motivo que haya sido, los lugares que ocupamos los “placas amarillas” estaba en algunos casos, casi desierto. No importaba!... con ellos o sin ellos, la diversión debía continuar.

El arranque casi puntual, nos despachó a la voz de la bocina de aire del incansable Régulo Barbosa por el camino de acceso al lugar. Empedrado y con un cruce del rio, las piernas calentaron casi de inmediato el ánimo.
Muchos hicimos esta competencia como lo hacen los hombres…. Sin haber ido a reconocer la pista…. a ciegas y solo con las platicas de los que si pudieron ir. Al recordar las referencias de lo que seguía, el corazón aceleraba el ritmo efecto de la adrenalina que se agolpaba en las sienes y la garganta…. Íbamos empezando, y apenas venía lo mejor.

Del camino ancho, los verdecitos de Promosport nos dieron indicaciones de internarnos en un single de corto descenso que en una escuadra casi de 45 grados nos despachó hacia la subida más intensa que haya conocido en un serial de montaña. Una subida labrada a mano y maquina a través de la maleza de la región que apenas permitía el rebase de otros ciclistas en tramos cortos. El esfuerzo era constante, no dejando espacio de tomar respiro, rozando al competidor de a lado, pidiendo pista y dejando pasar al que traía más galleta que tú, el recorrido se empezaba a hacer largo.
Subidas tendidas… algunos pequeños remansos planos…. Y luego más subidas más tendidas!.... hasta llegar al área deslavada, donde era prácticamente imposible rodar, ya fuera por el esfuerzo acumulado, el difícil ángulo de ataque de la pendiente, la tierra suelta y los escalones de laja que había que sortear…. Cargar la bici era lo más prudente.

El desgaste psicológico daba inicio en esa subida, pues al parecer el terreno se volvía plano pasando esa breve escalada en modalidad duatlón, pero la sorpresa era mayor cuando te dabas cuenta que la pendiente aún seguía… y seguía…. Y seguía!!! Casi 4 kilómetros de infame subida con piedras, tierra suelta, ramas, escalones y un microclima que ya empezaba a mermar las reservas corporales…. Y apenas llevábamos 6 kilómetros de competencia!!!

Lo que le seguía, fue uno de los mejores descensos de montaña de un maratón. Técnica, panorámica y muy divertida, terminaba con un single que exigía más de lo que aparentaba en sus cruces de puentes de madera, sus chipotes de piedra laja y su descenso a través del pequeño bosque que nos expulsaba directo al cruce de meta, donde cerramos el primer loop para mandarnos nuevamente por un corto pero espectacular single en medio del bosque bajo.

El resto era para muchos conocido, pues en los primeros kilómetros de camino ancho con subidas y bajadas nos colocó en uno de los tramos pavimentados que pensábamos que nos daría velocidad, pero que las piernas ya resentidas del esfuerzo de la subida, les costaba obedecer las indicaciones de que fueran aun más veloces. Algunos nos mantuvimos a un paso constante, luchando contra el viento mañanero que nos exigía aun más para mantener el ritmo pedaleando a “contracorriente”.
El camino que le siguió era el mismo que en la edición pasada del Hualabicis ya estaba señalado y conocido. Pasando por fincas y pequeñas comunidades donde de repente el olor a leña y huevito guisado y recién hecho alborotaba las papilas gustativas y obligaba inconscientemente a salivar con el incontrolable gruñir de las tripas, deseando un bocado de aquel manjar que solo aparecía pasajero.

Muchos recordaremos el tramo del camino amplio y empedrado que nos dirigía a la distancia hacia la carretera a Iturbide. 2 kilómetros aproximadamente de luchar contra el viento y la voluntad terminarían con una correteada que nos daría a algunos un perro suelto y agazapado debajo de un árbol, que apenas ver ciclistas en movimiento se abalanzó sobre los suculentos chamorros de los concentrados bicicleteros, arrojando una descarga de adrenalina sobre el cuerpo para esquivar los colmillos amenazadores. Era un perro listo. Mientras tú le sacabas la vuelta por un lado, el muy canijo (literalmente) se acomodaba del otro!!!.... yo utilicé la técnica del bidón para mantenerlo a raya, arrojándole chorros de agua a diestra y siniestra hasta que logré alcanzar la carretera a Iturbide para acelerar un poco y tratar de sacar ventaja, misma que no podía recuperar…. El cansancio en las piernas ya hacía mella en las intenciones.

El tramo que le siguió y que se remataba con dos pequeños pero intensos “chipotes” labrados en medio de unas lomas bajas, nos colocó nuevamente en el tramo que compartimos todos los grupos. Principiantes, intermedios y algunos avanzados rodaban por este camino visiblemente cansados… pero aun les faltaba lo mejor.

El entronque con el camino que nos dirigía a la Cumbre, era de subida. El sol ya estaba a plomo y las piernas estaban a punto de reventar. El esfuerzo había sido demasiado.

Para muchos fue su único encuentro con la subida deshidratante, como ya le llaman, pero para otros, los amarillos… sería la segunda cita con aquel monstruo de más de 3.5 kilómetros que sacaría lo mejor y lo peor de cada uno.

Las reservas de agua ya estaban al límite, y en muchos de los casos, estaban agotadas. Trepar aquella mole de piedras, tierra y maleza sería una faena que nos costaría más de lo que imaginamos.
Nuevamente, la temperatura y la humedad en ese tramo eran densas y pesadas. El sudor bañaba todo el cuerpo de los que íbamos en la bici.
Escuché voces. Tal vez algunos ciclistas que me aventajaban iban platicando como si fuera domingo en la alameda… imposible… esa subida no da suficiente aire para hablar contigo mismo, menos con otros…. Los alcancé, y eran 3 buenos amigos que estaban sentados a la vera del camino esperando que algo de su alma regresara al cuerpo para continuar y tal vez tratando de convencerse de que no había vuelta atrás, que solo para adelante se podría lograr la meta…. Los saludé, me detuve para poder subir la bici a cuestas. Me dolía todo. Me pesaba tanto subir la bicicleta paso a paso empujándola cuesta arriba. El corazón me latía desaforado, las piernas temblaban, las manos me dolían y el calor me daba escalofríos que enchinaban la piel.
Lo que tenía años de no recordar, me atacó de nuevo: las nauseas.

La última vez, y tal vez la única ocasión que sentí náuseas y terminé devolviendo un jugo de naranja que había consumido previamente, fue en el 2006 aproximadamente, cuando como buen ciclista novato, se me ocurrió hacer la hazaña de trepar desde el Cercado a la Cola de Caballo…. En ese entonces para mi, toda una hazaña deportiva. Pero justo en la pequeña cascada antes de la curva para llegar a la Cola de Caballo, el estomago libero aparatosamente su contenido y los colores verdes y amarillos se me quedaron en el rostro de las terribles nauseas que sentí.

En la cumbre, tuve un “deja-vu” de aquel lejano entonces. Una sensación horrible. Los escalofríos se apoderaban de mi cuerpo y el frio recorría mi espalda…. Estaba empezando a morir despacio.

Alcancé entonces a otros corredores que a un pasito a la vez intentaban avanzar hasta la siguiente cumbre. Cansados, agotados, deshidratados volteaban a verme pidiendo con misericordia un poco de agua, si es que me quedaba. No. Ya estaba seco. Había agotado mi reserva justo en el “descanso” después de la primera subida, donde ya había dos buenos amigos más decidiendo entre seguir o abdicar.

Decidí treparme a la bici y avanzar a paso neutro, casi en modo zombie. El esfuerzo de rodar de subida era menos doloroso que caminar empujando tu alma y los fierros de la bici.

El espectáculo que contemplamos muchos después era desolador.
Ciclistas tirados en medio de la vereda con su humanidad apuntando al Creador, semi conscientes y apenas respondiendo con monosílabos guturales: - Estas bien- Preguntaba. …. –grriii- respondían.
Las casi inexistentes sombras, ya estaban ocupadas por alguien que antes que tú había decidido detenerse para cobijarse unos minutos debajo de ellas y tratar de recuperar fuerzas,…. O cordura para decidir si abandonaba o seguía.

Los “cadáveres” de los ciclistas caídos, deshidratados y casi desmayados seguían apareciendo por todos lados. Voces de éxito gritaban desde arriba: “yaaaa…!!! Daleeee!!! Ya es de bajada!!!”…. como si esta última afirmación fuera un consuelo.

El hermoso descenso de montaña, se convertía ahora en una trampa que esperaba un descuido para abrazarte con sus ramas y rocas al tocar el suelo. Las piernas cansadas, la espalda dolorida, las manos entumidas, el cerebro embotado por la deshidratación hacían ese descenso difícil sobremanera….. y al llegar abajo, pensando que todo había terminado….. seguí el camino con un cruce de rio que te aventaba nuevamente a una subida resbalosa de piedra bola, y luego más subida hasta donde estaba el punto de hidratación, ahí donde amablemente te decía un Güero amable de solo verte sufrir: “ya nomás te faltan dos kilómetros, dale”!---- DOS KILOMETROS!!! En esas condiciones era una distancia larguísima, y más sabiendo que el resto era aun ese single lleno de chipotes de piedra laja y descenso técnico al final!!!

Vi como algunos de esos que con coherencia, mejor decidieron cortar por lo sano, y buscaron la forma de omitir la ultima pendiente, buscando cómo entroncar la pista de regreso al atravesarse al rio…. Tal vez una buena decisión, considerando que ya estaban funcionando en piloto automático, con el “radiador” a punto de estallar y la voluntad hecha pedacitos.

He recorrido muchas pistas en mi vida de ciclista. Muchos decimos que el Iturbitón es la carrera más exigente del serial de Maratón…. Mi querido Iturbitón…. Te presento a tu mamá!!!!

Definitivamente, este año se ha caracterizado por que los maratones están dejando paso a estas competencias de alto rendimiento y alta exigencia, que como bien dijera el Piloto, pone a cada quien en su lugar y vamos dejando atrás poco a poco los maratones que ante estas condiciones, parecieran paseos de domingo en fundidora. Ahora podemos afirmar que el maratón de Mina, no es nada.

Casi para salir de la pista con destino a Monterrey, nos topamos con el empeñoso y emprendedor Felix, el Chino Amaya con una pierna inmovilizada producto de una caída en su moto, mientras recorría la pista en la competencia para asegurarse que todo marchara bien. Lamentablemente por hacer su trabajo para que nosotros disfrutáramos el recorrido, él sufrió un accidente que seguramente lo mantendrá fuera de circulación por algún tiempo.

Felix… te mandamos un saludo y un abrazo para que tu recuperación sea más rápida y que puedas quedar al 100% para seguir haciendo esto que amas, y de pasada beneficiarnos con tu pasión…. Cuídate y recuperarte pronto….
Ha, mi querido Felix….. y ya no traces más pistas en el GPS!!!.... lo que parece plano, no es plano de verdad… jajajaja… cuídate!

Nos vemos la siguiente edición, que seguramente será igual o más exigente que la de ayer…. Y si no lo es, pues a disfrutar el paseo, que después de esta, todo nos parecerá fundidora….

A rodar!!! Que el mundo……..



Competencias

MONTEMOREL- CROSS: HECHO SOLO PARA CAMPEONES

Publicado en febrero 24, 2016 by Luis Javier Quintanilla Tamez

MONTEMOREL- CROSS: HECHO SOLO PARA CAMPEONES

Por Joel Mancinas.

21 de Febrero 2016, Montemorelos, Nuevo León.

 

La segunda edición de esta disciplina de Maratón de Montaña estaba ya en anunciada por Esport.

La adrenalina de los corredores subía inversamente proporcional a la fecha de la justa. Los nervios de punta, las mariposas en el estómago y el insomnio acostumbrado la noche anterior a la carrera ya se están haciendo parte de la experiencia del MTB.

La hora de arranque obligó a la mayoría a madrugar: 5:00 a.m. como máximo para brincar de la cama, preparar la salida y arrancarse en tropel por la Carretera Nacional atiborrada de carros y camionetas con apéndices de plástico y metal colgados de cajuelas y techos cargando preciadas bicicletas limpias, aceitadas y listas para la competencia…. Paradas técnicas en gasolineras y oxxos para el abasto, el café mañanero o simplemente para descargar los nervios en los sanitarios públicos. Todo también parte del folklor de este amado deporte.

Siempre me he preguntado qué es lo que motiva realmente a hombres y mujeres, y sus familias muchas veces, a hacer algo que no es normal. Levantarse antes que el sol, cargar cosas en los coches como si se fueran a cambiar de casa, gastar en gasolina de ida y regreso, la comida, la inscripción y todo lo que se nos atraviesa en el camino….

La única respuesta que he logrado encontrar es que no somos normales…. Que lo que hacemos va más allá de cualquier lógica o común denominador. Siempre que al día siguiente en los trabajos o familias platicamos lo que hicimos el domingo anterior, las miradas de admiración o reproche no se hacen esperar…
Al final de cuentas, la principal motivación para todo esto, es el reto de poder vencernos a nosotros mismos… creo que nos hemos vuelto adictos a las endorfinas que este deporte increíble nos genera.

La salida se retrasó un poco. Muchos corredores hacían fila para bombardear al personal de eSport en un afán desesperado de inscribirse antes que la melodiosa voz de Anel llamara “A fromación! Chicooos!”… pero una vez que en la fila ya no quedaba nadie, amarillos, verdes, grises y azules nos acomodamos en orden aritmético de salida…. De los menos a los más.

Y cada grupo arrancó desde una de las plazas más bonitas de Montemorelos… de esas que hay en los pueblos llenos de gente buena, con una iglesia pintorésca y sus casas campiranas….. con ese aire de tranquilidad que se respira y nos llena los pulmones recargándolos para poder regresar con una sonrisa a nuestra contaminada Ciudad.
La salida fue organizada… los 3 kilómetros de calle, con una pizca de terracería, sirvió para que los grupos se definieran. Ese pequeño tramo de 3k parecía sacado de una competencia de ruta…. La cadencia de los corredores se observó desde el principio. No cedía nadie su lugar… leves revases, pero nadie se puntaba la escapada… nos mantuvimos discretos… pero, apenas se terminó el pedazo de carretara que pasa al lado de la acequia… los más fuertes despegaron en una explosión de piernas sobre la bicicleta…. Cuerpos en vaivén parados sobre maquinas poderosas iban jalando literalmente al grupo.

La pista de Montemorelos es una verdadera delicia visual. Los caminos, paisajes, poblados, ríos, y bosques por donde pasa llenan el alma de olores y la mirada de formas que se graban a cada metro que se avanza, pero no es una pista fácil.
Desde la convocatoria. Siempre que una pista de maratón no rebasa los 65 kilómetros en su categoría más grande, quiere decir que la pista no será sencilla.

65 kilómetros de cambios desgastantes de ritmo. 65 kilómetros de brincar piedras bola, surcos, terreno irregular y llena de subidas y bajadas que destrozaron las piernas de más de uno (incluidas las mías.)

Las velocidades fluctuaron entre los 8km/h en la subidota después del rio… hasta los cas 50 km/h de la bajada que está después y antes de llegar al tanque de agua.
Los caminos no eran precisamente planos. Irregularidades que te hacían saltar de un lado a otro. Piedras sueltas que volaban disparadas a alta velocidad cuando la rueda del que iba delante de ti la “mordía” rebotando en tu bici, en tu pierna o en tu espinilla.

La cereza del pastel, era la bajada del surco, esa que está después de brincar la carretera a Bioparque.
Muchos la conocimos semanas antes, y desde entonces ya sabíamos que sería una cobradora de caídas excepcional. El surco que partía en dos mitades esta bajada, simulaba una enorme sonrisa con tintes de carcajada burlándose de los que osaron desafiarla y terminaron mordiendo el polvo.
Revolcones, cortadas, raspones… cicatrices que quedarán para marcar la diferencia entre alguien que le gusta la vida y los que prefieren que pase ante sus ojos en 40 pulgadas y HD.

Y apenas salías de esa bajada, el rio frio te devolvía a la vida por un segundo haciendo malabares para no caerte en medio del espejo de agua, ni tampoco en la rampa de cemento que está al lado, sobretodo porque los fotógrafos que se apostaron en ese espacio solo estaban esperando la mejor caída para la mejor foto…. De esas que ganan concursos por estar en el momento preciso y el lugar inesperado.

Correr Montemorelos es una experiencia combinada entre un maravilloso Maratón y una carrera de Cross, con la misma demanda técnica para las bajadas y las subidas.
Aquellos que lograron el reto de terminar la carrera, disfrutaron de una de las mejores pistas de Maratón…. Con una pequeña observación…. No me gustan los “loops”..!!!!

A mi en lo personal me matan las vueltas…. Por eso los 24 horas no son para mi. Después de la 5ta vuelta ya estoy mareado.
En mi caso, la primera vuelta estuvo maravillosa. Buen ritmo, buen desempeño, 2 caídas de cadena, una parada técnica para ir al “baño” y la felicidad enmarcando mi rostro… hasta que llegué al final de la primera vuelta y uno de los bandereros que estaba en el entronque de grupos me señaló con una senda sonrisa: “amarillo!!! Dale para tu derecha!! Ya nada más le das otra vuelta y terminaste!!”….. Quéeeee!!!! ¿otra vuelta!!!?.... no era posible!! Es como si me hubieran desinflado el ánimo… el terror psicológico se apoderó de mi y mi instinto me decía que me devolviera, que solo iría a sufrir… pero afortunadamente, le he hecho poco caso a mi instinto, de lo contrario estaría viendo los domingos Netflix y comiendo barbacoa.

Terminé la carrera con el puro vuelito. Con las piernas exigiendo a gritos detenerme para poder recuperarme…. Pero el solo hecho de saber que la meta estaba cada vez más cerca, logró que el ánimo me impulsara a terminar.

Cerramos fuerte en el último kilómetro de carretera, muchos dando el esfuerzo extra para que el competidor de al lado no nos quitara el posible pódium, o al menos no llegara antes que nosotros… cierres espectaculares, pero muy divertidos.

La organización de Rafa y sus verdecitos fue impecable!... los puntos de hidratación suficientes, la colocación de ligas en su sitio, los bandereros mejor entrenados. Creo que cada vez se va viendo más el por qué cobra lo que cobra eSport. Muchas gracias a esa gente que cada domingo logra que nuestra ruta de competencia sea más divertida, más segura y mejor marcada…. Definitivamente, sin ustedes muchos de nosotros aun estaríamos en la pista buscando el retorno.
Gracias!!!

Y a las autoridades de Montemorelos.... muy agradecidos... muy agradecidos... y muuuy agradecidos!!!.... excelentes anfitriones y la presencia del área de Deportes durante todo el evento.

Esto del MTB es una de las experiencias de vida que más me han dejado aprendizajes.

Me ha enseñado que la vida es un solo sentido, que la vida es un camino lleno de obstáculos, irregularidades del camino, subidas dolorosas y bajadas peligrosas… pero que cuando te haces acompañar de seres tan locos como tú, y recorrer esta vida con una sonrisa…. siempre será una aventura con horizonte…. Con meta…. Con sentido.

Felicidades a los que corrieron MontemorelCross…. Nos vemos la siguiente, donde lo que importará es que llegues a la meta… eso ya te hará ganador.... como hoy.

 

 

Por Joel Mancinas

Fotos: Pedro de la Fuente Photography

Competencias, Montemorelos, MTB